martes, 10 de marzo de 2015

ENTREVISTA A UN CAMPEON

Javier Fernández reside en Toronto (Canadá). Ha sido tres veces campeón de Europa, bronce en el último Mundial y cuarto en los JJ.OO. de Sochi, donde fue el abanderado del equipo español. 




¿Mucho frío en Toronto?
Ahora estamos a menos veinte grados bajo cero. Aquí nos pasamos seis meses al año pisando nieve. Estamos acostumbrados.
¿Echa de menos España?
Mucho. El clima, la comida, el estilo de vida...
No hay mal que por bien no venga.
Desde luego, ya lo puede decir. Venir a Toronto cambió mi vida, fue el verdadero punto inflexión. Mi antes y mi después.
¿Tan seguro está?
¡Y tanto! Sabía que era bueno patinando, compitiendo, pero no sabía ganar. Y aquí en Toronto aprendí a hacerlo, me entreno para ello.
¿Cómo?
Entreno seis días a la semana, tres sesiones diarias y vivo por y para el patinaje.
¿Y puede vivir de él?
Me ha dado para comprarme un apartamento, un coche y sí, vivir de mi profesión. He tenido la suerte de ganar competiciones importantes y contar con el apoyo de varios esponsors y becas.
¿ADO?
Sí, el ADO, la candidatura olímpica de Madrid y ahora la de Barcelona-Pirineos y los hospitales Quirón.
Tiene 24 años, ¿hasta cuándo?
En nuestro deporte nos retiramos muy jóvenes de la competición, a los 27 años a lo sumo.
Ha de estar orgulloso. Ha puesto al patinaje español en el mapa internacional.
Si he conseguido que los niños patinen, que gracias a ello se hagan más pistas y que este país patine más cada día más, me sentiré realizado, de verdad.
¿No se siente un poco ‘rara avis’?
Ya no, porque cada día hay más chicos que patinan y ya tenemos equipos de nivel internacional, pero es cierto que hace diez años éramos muy pocos. De cada cien chicas, cinco chicos.
Ha llegado a ser el abanderado del equipo español en los Juegos Olímpicos de Sochi...
Seguramente ha sido el día más feliz de mi vida. Fue una sensación que no puedo explicar con palabras. Un regalo a todos mis años de dedicación y esfuerzos.
¿Por qué le dio por el patinaje?
A mi me gustaba el fútbol. Jugué en la escuela de Aluche. Era rápido. También el tenis... Probé a los seis años a hacer patinaje en la pista de Chamartín y me gustó mucho, la verdad. Durante años compaginé el fútbol con el patinaje, hasta que a los doce me decanté cien por cien por el patinaje sobre hielo.
Y empezó a competir...
Pasé a entrenar cinco días a la semana, a ir los campeonatos regionales, de España... Me centré tanto que dejé de estudiar con 17 años. No acabé el bachillerato y me fui a Estados Unidos.
Le ficharon...
Fue el destino. En un curso de verano en Andorra me vio el ex patinador ruso Nikolai Morozov y me ofreció entrenar con él en New Jersey, en Nueva York.
¿Quién se lo pagaba?
En esa época, casi todo mis padres, a quienes les he de estar eternamente agradecido. Compartí apartamento con un entrenador español, Mikel García, y así gastaba menos. Fue en 2011 cuando Brian Orsen, una leyenda del patinaje canadiense, me pidió formar parte de su equipo en Toronto y ahí mi vida cambió.
¡Y tanto! Tres veces campeón de Europa, bronce en el Mundial...¡y cuarto en los Juegos de Sochi!
La medalla de chocolate, sí. ¡Qué cerca estuvo el bronce!
¿Y ahora?
Mi objetivo es mejorar todos esos resultados y si puedo, retirarme haciendo podio en los próximos Juegos Olímpicos de Pyeongchang (Corea del Sur). Entonces podré decir que he cerrado el círculo.
Y su Real Madrid, ¿lo sigue?
Cuando puedo, sí, como a la selección española. Soy amigo de Casillas, porque nuestras respectivas abuelas se conocen mucho. Yo era fan de Roberto Carlos, Raúl...
¡Los futbolistas sí que ganan pasta, eh!
Si lo generan tienen derecho a ganarla, ¿no?
Bien dicho.

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